El cortejo a la vid, un culto sostenido por el ansia a la despreocupación, al imprevisto, o enmendar el esquivo paradero de la dicha, o estimularla etílicamente enmascarando el torpe sedal que nos recompone.
El cortejo a la vid, cuando la memoria terminal de la añada se preserva apadrinando doce frutos o tal vez se intente olvidar… es un placebo.
El cortejo a la vid, cuando escucho a Tool y recuerdo la suplica de Keenan sobre la perpetua embriaguez mientras prepara sus viñas… hasta que un día cogí un grano de uva y lo observé al trasluz…sentí la querencia irrefrenable de quebrar su piel, atravesar la pulpa, llegar hasta el núcleo y quedarme allí dentro, observando la luz del día a través de su carne traslúcida… y quise volver…
...
Vuelvo al bosque, a buscar fractales de liquen y enraizar emboscadas. Vuelvo al parto del fuego, a agasajar la aspereza cavernaria con suaves maquetas de pelo rupestre.
Así es como regresa el salvaje.
Vuelvo a libar las paredes de la gruta: los átomos de piedra exfoliarán mis vísceras y triturarán todos los cepos masticados que hacen que siempre suenen las alarmas, esas que el hombre impone para protegerse del hombre antes de acceder a las casas que lo representan.
Así es como se purga el salvaje.
Vuelvo a conquistar el sílex. Con su calizo serrín apelmazaré cada escarpia que sondó a través del párpado mis córneas. De este modo fosilizo pestañas y ensarto cada una de ellas para fabricar el collar o el mecanismo que me arañe la garganta con las uñas de los ojos, que vieron y vivieron desmedidos.
Así es como macera la rabia el salvaje, para reorientarla hacia la caza y la supervivencia.
Vuelvo a bramarle a los tallos que sólo soy una hembra que ansía desprenderse de la lámina que injerta la feminidad opulenta. Tan sólo dólmenes de niebla en el costado o lúnulas de musgo en los talones adornarán las ondas corporales.
Así es como se equipa el salvaje.
Vuelvo a desbordar de piel el tronco, a segar el agua con la lengua, a amasar el polen con el labio, a fingirle al rapaz que soy su presa, a inflamar guijarros cenicientos, a lloverle a la hierba hilos sonrosados, que mi ombligo recoja el agua para saciar la sed del animal que después me devore, a estallar el grito esencial contra el orbe antiguo, …
Así es como hace el amor el salvaje.
Vuelvo a proclamar que aunque exista la interinidad del color en la flor de temporada, hay eternidad en el azul enloquecido por el dogma del verde, hay esperanza en este azabache que pernocta sobre el buche de jade que cubrió la tierra hace milenios.
Así es como mantiene la fe el salvaje.
Vuelvo a postrar mi carne y mis huesos al entorno, es lo más valioso que mi consciencia reconoce y cuando fenezca, encogida en un jirón de estiércol, alimentaré a otros vitales ciclos sin derramar cenizas. No deseo verter mis restos sobre la superficie pues con ellos la civilización va emparedando la dócil placenta que amamanta sus corruptelas.
Y si así es como debe morir el salvaje moriré salvajemente...
(Imagen perteneciente a la obra del fotógrafo ruso Igor Amelkovich)
Testamento salvaje by Gabriela Amorós Seller is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Retroceso en el tiempo para llegar al comienzo de la humanidad y alimentar con tu cuerpo muerto la tierra que nos da vida.
ResponderEliminarTus textos tienen una profundidad absoluta.
Muy hermosos Gabriela.
besitos.
Qué gustazo, pues es una sorpresa grata el que nos topemos. Me agrada tu blog y vendré a disfrutar tus letras.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte y tu comentario me ha encantado. Mil gracias!!!
Ay, que me he leído este post. Y bueno que soy así de salvaje, me encantó.
ResponderEliminarSe me escapaba decirlo.
"Hay esperanza en este azabache"...me dejas sin palabras...una vez mas.
ResponderEliminarUn beso preciosa.
Has escrito como una salvaje.
ResponderEliminarQue placer me ha dado el leerte.
Hay imágenes en tu texto que golpean sin compasión:
- a fingirle al rapaz que soy su presa
- No deseo verter mis restos sobre la superficie pues con ellos la civilización va emparedando la dócil placenta que amamanta sus corruptelas.
- Vuelvo al bosque, a buscar fractales de liquen y enraizar emboscadas. Vuelvo al parto del fuego, a agasajar la aspereza cavernaria con suaves maquetas de pelo rupestre.
Ya paro porque tendría que poner todas esas imágenes que veo a través de lo que escribes.
Leerte es un premio.
Gracias.
Besos.
¡Hola Gabriela!
ResponderEliminarUn texto magnifico.
Saludos de J.M. Ojeda.
Buen fin de semana.
He vuelto otra vez...
ResponderEliminar"Y si ha así es como debe morir el salvaje...moriré salvajemente"...
Me gusta tanto esta frase, que hasta me la pondría de epitafio..
Un beso de esos que te hacen soñar...
Morgana,Andri,Bea, Toro Salvaje, JM Ojeda, gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarMorgana: cómo me has entendido, amiga.
Andri: qué suerte he tenido al dar con tu espacio.
Bea: qué suerte empezar a conocerte ... con lo cerquita que estamos esto hubiera sido imposible sin la blogosfera.
Toro Salvaje: tengo mucho que agradecerte...
JM Ojeda: gracias por tu visita, me anima mucho.
Besos
Tu texto, salvajemente maravilloso, me ha encantado, me imagino cada escena, en el bosque, a lo salvaje... querida amiga.
ResponderEliminarUn beso salvaje.
Tremenda colección de arte que tienes aquí. Maravilloso.
ResponderEliminarGabriela,volveré pronto,no quería despedirme sin enviarte un millón de abrazos.
ResponderEliminarYa sabes,que te leo despacito,tus escritos son de alto calibre y no quiero que se me escape nada.Volveré de nuevo a leerte.Besos
ResponderEliminarUn testamento salvaje escrito salvajemente con salvajes palabras ordenadas de forma salvaje en la salvaje mente de una escritora salvaje.
ResponderEliminarPerdona este salvaje juego de palabras que salvajemente empleo para escribir de forma tan salvaje mi salvaje comentario, pero es que yo también soy un SALVAJE.
Disculpa, Gabriela, si dejo textos tuyos sin comentar a veces. Ocurre que no estoy acostumbrado a este estilo tuyo y muchas veces prefiero observarlo bien en silencio y aprender de los comentarios que la gente escribe, antes que comentar cualquier tontería inadecuada.
Mi diccionario siempre al lado cuando te leo.
Un abrazo.
Intenso y desgarrador, casi diría que esculpido y modelado a golpe de cincel. Me ha encantado de principio a fin, ¡enhorabuena Gabriela, una vez más!
ResponderEliminarBesos
Gabriela... eres tú quien me halaga
ResponderEliminarMe ausento por motivos de salud.
ResponderEliminarCuídate un mundo.
Besos.
Volver a ller tu metáfora salvaje, tu inclaudicable pregón de rebeldía, es el verdadero premio de estar volviendo por aquí. Besos.
ResponderEliminarGabriela, me he quedado sin palabras. ¿Qué puede decirse cuando lo que se ve es perfecto?. Una belleza que inunda, una sensación indefinible de haber dado con algo grande. Un satisfacción tremenda el leerte. Te aplaudo de pié. Por supuesto que me hago tu seguidora. ¡Que arte!
ResponderEliminarUn abrazo desde Buenos Aires
Salvajes las palabras, no podia ser de otra forma Gabriela, para mi siempre será un honor que te estrenases como comentarista en mi blog, solo por eso desde ahora estaras en mi desván como una referencia para ir a visitar ;), voy a colgar tu banner en el sidebar.
ResponderEliminarBesos!
:) Gracias bonita mía. Te contestaría al correo pero no te encuentro. Un abrazo.
ResponderEliminarGabriela,
ResponderEliminarTe he mandado un reto en mi último post...me gustaría que lo aceptaras...
Un beso, de esos que se dan con emoción
Gracias a todos por venir a comentarme, no sabéis la vidilla que me dais. Perdonad que no os conteste individualmente.
ResponderEliminarBesos para todos.
Bellísimo texto de prosa poética, Gabriela. He podido retroceder en el tiempo y acceder a esos archivos del tiempo ya casi olvidados.
ResponderEliminarUna gozada de lectura.
Enhorabuena
Un beso
Ana