Estas dos manos, apariciones marianas de lo cotidiano, pretenden a su carne cual ramera arrepentida para acotar la devoción de la búsqueda, para ser contempladas como el limbo del tacto.
Estas dos manos, embaucadoras sacrosantas que rozan apenas manivelas como asen los lirios las vírgenes, tal bocinas invisibles que causan la sordera de la lucha.
Estas dos manos que beatifican el impulso del roce para esgrimir el grito triunfal del engañado, “al fin lo he tocado”, “por fin lo he sentido”… No, no habrá fin, no habrá desenlace al desplazar la materia. La causa.
Distinguir una puerta de su ostentación, abortar la sombra del linaje del marco, moldear el umbral en cualquier mendrugo para penetrar sibilina e involuntariamente, como un vello aguijonea a su poro,… igual que copular antes de intuir el deseo de serte atravesado. El objetivo.
Escaldar el tacto, pero no bajo estridente ebullición anclada a alguno de los tres estados. Lo haré con el tórrido rotor del Faro, borbotón que quema mira y lame, arrastra ojo y su derrame, descarna y descarga otorgando al estigma el don de la cóncava llaga. El método.
Cuando las manos arden en quinqué poseso que espera un exorcismo su antorcha confiere… sabe que ha de saltar a otro cuerpo.
El ocaso palpita. Camino hacia el Faro. Su glande sacude en rotación un chorro de polen. Extasiada en su base provoco a la puerta y se frunce. Penetro y subo peldaños como tabletas obscenas, recostadas disputándose la erección vertical del eje. Este andamio de lengua y deseo culmina en un nudo de escombro. Distinguir la puerta de su ostentación… vale, la desgrano sin contratiempos. Ya me espolea la pirueta demente del foco…
No expongo sólo las manos, me trilla, me apuñala toda la carne y esqueleto. Y luego desova en su giro hacia la luz del otro faro, el de la isla, justo cuando ambos se besan al chocar la fulminación de sus rayos. Y en esta transfusión lumínica que sólo los faros acaudalan viaja mi contorno humano, transita de haz en haz cada vez que un faro vomita en otro su lucero. Recorro mundo. Tiemblo.
Decido volver sin silueta y llueve.
Lluvia: punzadas de aguja anfibia, metrallas de pasta de larva que zurcen volúmenes.
Charcos: guijarros sin piedra que parten la pierna mitad en ameba y mitad en indignación.
Jadeo: apuñalar con vacío y guillotina la ráfaga interna, puntillear el aire con aire, los pasos de la mudez.
Luna menguante: visera de las tinieblas contra el titilo, guadaña de glaciar luminiscente, asoma el párpado el invierno.
Sorpresa: Pero… ¿Qué haces ahí empapado? No te esperaba esta noche…
Tú: Andén estepario que trasvasa raíles a mis brazos para encauzar al deseo, pecho de magma que huracana a embestidas.
Yo: Papel que ansía su origami para existir más en cada doblez que en el cenit de la obra o una raíz de viento.
Momentos: Membranas que desean fumarse, cabellos que lamen caldos frotados, aullidos invisibles que inflaman los huecos con ortos, horizontes de frisos que anuncian diagonales, sollozo de cáliz triste y caliente, en los vapores de lidia toda fisura es preludio…
Movimientos: apuntalas al fango, elevas y vuelves a estocar en el molde mojado, enhebras vértebras y tricotas mi médula al barro y tricotas el labio, coses la fuente para que estalle en derrame estrangulado a tu riego, irrigas con vértices y esponjas, saldas tu gozo con la fiebre de mi escote, atornillas el flechazo al eco candente, y muerdo las fugas y tose mi vientre cada vez que lo agitas… espasmos, Universo, temblores, Universo, descargas, Universo, la lluvia es harina de centella o Cúpula de Universo…
Cuando dos arcos cohabitan para transferirse su peso la luz de algún faro tropieza el silencio.
Imagen titulada "Ortos", cedida por Joachim&Malik. Podéis acceder a su espacio a través de este enlace: http://www.joachimmalikverlag.blogspot.com/
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