Cualquier día
voy a granular la sombra
para tragarla tropezando,
escucharé la horma del óxido
o noches en los círculos
mientras tanto.
Cualquier día no hallaré en mí
más que un reintegro,
el regreso de lo que por derecho
debe habitar la locura,
mientras tanto
cada molusco pegado
a una infinitud de roca
pronunciará
una certeza de piedra,
la de que aquella roca
es toda su pulpa.
Cualquier día el polvo
caerá en la forma prevista
del objeto al que circunda,
como un déjà vu reincidente,
un cabeceo espectral
o una enagua mortal
de sastrería,
cualquier día
se hará un quebranto
en la exactitud de lo corpóreo,
habrá una urgencia negra,
una negra urgencia,
nos daremos cuenta
de que la muerte
va expulsando sótanos
de otras vidas
sobre la nuestra,
trenzas de enigma
al borde de los cuerpos
como esperando beber
de nuestros miedos jugosos.
Cualquier día
la caída de los nombres
hará un estiércol aturdido
(por aplastado, por innombrable y por mudo),
mientras tanto
atiendo a las hormigas:
-un día mi nombre
irá unido a algo fornicable.
Cualquier día
todo el mar será un submarino
verde y perdido,
y los ojos
dejarán de ser monarquías,
cualquier día
nos calzaremos rocalla
y levantaremos la noche
hacia un cabezal
como abismos erectos.
Cualquier día
me desharé en azul
como un jabón
porque no basto,
mientras tanto
yo sé de un abanico
de fríos relámpagos
descalabrándose contra el papel.
*Fotografía: mi Olivetti.
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