Lo que el atardecer es al alba
está atravesando dos manos.
Mueve los huesos de ambas
para poder huir
y darle una cresta a la medianoche.
Anochece como un guante.
Ahora se miran con una paz negligente,
se han dejado abiertos todos los silencios
frente a frente
porque hay una corriente presunta,
no podemos saberla.
Vuelven a mirarse
y la luz se promete a sí misma
cuando ellos se miran tanto.
Ni siquiera sé distinguir si se abrazan
sólo veo un misterio con forma de árbol.
En vez de frutos en él
todos los lugares que hay existiendo
se penden de la razón de su hallarse.
Tienen un modo sencillo de aplazarse:
se besan
y así no respiran
y así no maduran y así no piensan
y así no dudan y así se besan.
Tampoco puede saberse de su deseo
cuando están transfundiéndose latidos
con cada campanario que coincide
repicando
o los caparazones de tortuga
pudieran ser los laberintos que dibujan
el arrecio
de sus cuerpos amándose.
Ya ni caminan, ni lloran, ni se esperan,
ni uno va a por el otro,
sólo buscan aumentar el espacio conocido
para crear nuevos lugares de exaltación
mientras caminan o lloran o se esperan
o uno va a por el otro.
Ilustración: La Luna tiene forma de John.
La emocion indomable by Gabriela Amorós Seller is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.